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lunes, 28 de septiembre de 2009
martes, 22 de septiembre de 2009
viernes, 18 de septiembre de 2009
miércoles, 16 de septiembre de 2009
Tres por tres
por Gilberto Vega Zayas
9/09/09
El pueblo está a la expectativa. En el inconsciente colectivo permanece el asesinato la semana pasada de un agente policiaco. Hay en él una cifra que más bien se asemeja a una tabla de multiplicar: 3 X 3.
Sin embargo dista mucho de eso. Policías aprehendieron a un supuesto grupo de sicarios hace unas semanas y la víctima del artero crimen comandaba el operativo.
Policías aprehendieron a tres presunto sicarios hace unas semanas.
La tranquilidad y la calma anterior sólo era rota por los delirios de corredores de autos de jóvenes embriagados que venían del paseo Los Álamos o de El Maviri.
Hace mucho tiempo la ciudad dejó de dormir por las noches en sus catres en las banquetas de las casas. No hay madera ya en las entradas sólo hierro puro, como en las cárceles.
Las patrullas policiacas del municipio que ocasionalmente escandalizaban a los habitantes persiguiendo a un solitario asaltante de una pequeño abarrote o cuando mucho a dos que salían huyendo del supercito del barrio.
Ahora federales en sus camionetas azules fuertemente armados resguardan la ciudad y las autoridades locales solicitan además la presencia de escuadrones especializados. “No es garantía de resultados y eso restringe garantías individuales”, dice un diputado local.
Los trasnochadores ya son menos y los autos que circulan noche adentro son contados. Las noches son hoy más lentas y silenciosas. Algo hay en el ambiente. Se percibe.
Los padres más alertas con sus hijos y ya nadie se puede parar en una esquina sin considerársele sospechoso. Las señoras en los autos ordenan a sus hijos asegurar las puertas.
La ciudad se guarda por las tardes y el humo del ingenio se va apagando. Poco más y ya no habrá el anuncio de las 10 y media de la noche por el pito de la fábrica, a menos que la ciudad y su gobierno los conserve para la historia.
Al Mochis viejo lo destruyen y lo que queda se va hundiendo en los altos edificios, mientras la población se vuelca los domingos en los nuevos centros comerciales.
El gobierno del Estado decidió aplicar la ley de alcoholes y redujo el horario de venta de bebidas embriagantes mientras que expendios y cantinas se ven por todo el pueblo. Los dueños de los antros se inconforman por sus pérdidas.
En una esquina un grupito de muchachos escucha música y beben cerveza. “Hay que surtirnos temprano”, dice uno al meter la mano en la hielera.
No lejos de ahí, un solitario policía en una garita convencido dice: “Al que le toca le toca, lo mataron frente a su mujer”.
La plaza se está calentando.
9/09/09
El pueblo está a la expectativa. En el inconsciente colectivo permanece el asesinato la semana pasada de un agente policiaco. Hay en él una cifra que más bien se asemeja a una tabla de multiplicar: 3 X 3.
Sin embargo dista mucho de eso. Policías aprehendieron a un supuesto grupo de sicarios hace unas semanas y la víctima del artero crimen comandaba el operativo.
Policías aprehendieron a tres presunto sicarios hace unas semanas.
La tranquilidad y la calma anterior sólo era rota por los delirios de corredores de autos de jóvenes embriagados que venían del paseo Los Álamos o de El Maviri.
Hace mucho tiempo la ciudad dejó de dormir por las noches en sus catres en las banquetas de las casas. No hay madera ya en las entradas sólo hierro puro, como en las cárceles.
Las patrullas policiacas del municipio que ocasionalmente escandalizaban a los habitantes persiguiendo a un solitario asaltante de una pequeño abarrote o cuando mucho a dos que salían huyendo del supercito del barrio.
Ahora federales en sus camionetas azules fuertemente armados resguardan la ciudad y las autoridades locales solicitan además la presencia de escuadrones especializados. “No es garantía de resultados y eso restringe garantías individuales”, dice un diputado local.
Los trasnochadores ya son menos y los autos que circulan noche adentro son contados. Las noches son hoy más lentas y silenciosas. Algo hay en el ambiente. Se percibe.
Los padres más alertas con sus hijos y ya nadie se puede parar en una esquina sin considerársele sospechoso. Las señoras en los autos ordenan a sus hijos asegurar las puertas.
La ciudad se guarda por las tardes y el humo del ingenio se va apagando. Poco más y ya no habrá el anuncio de las 10 y media de la noche por el pito de la fábrica, a menos que la ciudad y su gobierno los conserve para la historia.
Al Mochis viejo lo destruyen y lo que queda se va hundiendo en los altos edificios, mientras la población se vuelca los domingos en los nuevos centros comerciales.
El gobierno del Estado decidió aplicar la ley de alcoholes y redujo el horario de venta de bebidas embriagantes mientras que expendios y cantinas se ven por todo el pueblo. Los dueños de los antros se inconforman por sus pérdidas.
En una esquina un grupito de muchachos escucha música y beben cerveza. “Hay que surtirnos temprano”, dice uno al meter la mano en la hielera.
No lejos de ahí, un solitario policía en una garita convencido dice: “Al que le toca le toca, lo mataron frente a su mujer”.
La plaza se está calentando.
Discurso de Denisse Dresser en el Foro "México ante la Crisis", frente a diputados, senadores, empresarios y funcionarios
29 de enero de 2009
México es un país privilegiado.
Tiene una ubicación geográfica extraordinaria y cuenta con grandes riquezas naturales. Está poblado por millones de personas talentosas y trabajadoras.
Pero a pesar de ello, la pregunta perenne sigue siendo: ¿por qué no crece a la velocidad que podría y debería? ¿Por qué seguimos discutiendo este tema año tras año, foro tras foro?
Aventuro algunas respuestas, y les pediría que me acompañaran en un ejercicio intelectual, recordando aquel famoso libro de Madame Calderón de la Barca llamado "La vida en México", escrito en el siglo XVII, en el cual intenta describir las principales características del país.
Si Madame Calderón de la Barca escribiera su famoso libro hoy, tendría que cambiarle el título a "Oligopolilandia". Porque desde el primer momento en el que pisara el país, se enfrentaría a los síntomas de una economía política dusfuncional, con problemas que la crisis tan solo agrava.
Aterrizaría en uno de los aeropuertos más caros del mundo; se vería asediada por maleteros que controlan el servicio; tomaría un taxi de una compañía que se ha autodecretado un aumento de 30 por ciento en las tarifas, y si tuviera que cargar gasolina, lo haría sólo en Pemex.
En el hotel habría 75 por ciento de probabilidades de que consumiera una tortilla vendida por un solo distribuidor, y si se enfermara del estómago y necesitara ir a una farmacia, descubriría que las medicinas allí cuestan más que en otros lugares que ha visitado.
Si le hablara de larga distancia a su esposo para quejarse de esta situación, pagaría una de las tarifas más elevadas de la OCDE. Y si prendiera la televisión para distraerse ante el mal rato, descubriría que sólo existen dos cadenas.
Para entender la situación en la que se encuentra, tendría que recordar lo que dijo Guillermo Ortiz hace unos días: no hemos creado las condiciones para que los recursos se usen de manera eficiente; o tendría que ller el libro "Good Capitalism/Bad Capitalism", que explica por qué algunos países prosperan y otros se estancan; por qué algunos países promueven la equidad y otros no logran asegurarla.
La respuesta se encuentra en la mezcla correcta de Estado y mercado, de regulación e innovación. La clave del éxito -o el fracaso- se halla en el modelo económico: en la decisión de promover el capitalismo de Estado o el capitalismo oligárquico o el capitalismo de las grandes empresas o el capitalismo democrático.
Hoy México es un ejemplo clásico de lo que el Nobel de Economía Joseph Stiglitz denomina crony capitalism: el capitalismo de cuates, el capitalismo de cómplices, el capitalismo que no se basa en la competencia sino en su obstaculización.
Ese andamiaje de privilegios y "posiciones dominantes" y nudos sindicales en sectores cruciales -telecomunicaciones, servicios financieros, transporte, energía- que aprisiona a la economía y la vuelve ineficiente. Una mezcla de capitalismo de Estado y capitalismo oligárquico.
Hoy, México -inmerso en la crisis- está aún lejos de acceder al capitalismo dinámico donde el Estado no protege privilegios, defiende cotos, elige ganadores y permite la perpetuación de un pequeño grupo de oligarcas con el poder para vetar reformas que los perjudican.
Al capitalismo en el cual las autoridades crean condiciones para los mercados abiertos, competitivos, innovadores, que proveen mejores productos a precios más baratos para los consumidores. Para los ciudadanos.
Hoy, México carga con los resultados de esfuerzos fallidos por modernizar su economía durante los últimos 20 años.
Las reformas de los 80 y 90 entrañaron la privatización, la liberalización comercial.
Pero esas reformas no produjeron una economía de mercado dinámica debido a la ausencia de una regulación gubernamental eficaz, capaz de crear mercados funcionales, competitivos.
En vez de transparencia y reglas claras, prevaleción la discrecionalidad entre los empresarios que se beneficiaron de las privatizaciones y los funcionarios del gobierno encargados de regularlos.
Las declaraciones de Agustín Carstens el martes pasado, en torno a la necesidad de combatir los monopolios en telefonía, son bienvenidas. Lamentablemente, se dan 18 años tarde. Y allí están los resultados de reformas quizás bien intencionadas, pero mal instrumentadas: una economía que no crece lo suficiente, una élite empresarial que no compite lo suficiente, un modelo económico que concentra la riqueza y distribuye mal la que hay.
Hoy, México está atrapado por una red intrincada de privilegios y vetos empresariales y posiciones dominantes en el mercado que inhiben un terreno nivelado de juego.
Una red descrita en el famoso artículo de la economista Anne Kruege: "The Political Economy of the Rent-Seeking Society" ("La Economía Política de la Sociedad Rentista").
Una red que opera a base de favores, concesiones y protección regulatoria que el gobierno ofrece y miembros de la cúpula empresarial exigen como condición para invertir.
¿Quién? Alguien como el dueño de una distribuidora de maíz o el concesionario de una carrera privada o el comprador de un banco rescatado con el Fobaproa o el principal accionista de Telmex o el operador de una Afore.
Estos actores capturan rentas a través de la explotación o manipulación del entorno económico en lugar de generar ganancias legítimas a través de la innovación o la creación de riqueza.
Y los consumidores de México contribuyen a la fortuna de los rentistas cada vez que pagan la cuenta telefónica. La conexión a Internet. La cuota en la carretera. La tortilla con un precio fijo. La comisión de las Afores. La comisión por la tarjeta de crétido. Ejemplo tras ejemplo de rentas extraídas através de la manipulación de mercado.
Y el rentismo acentúa la desigualdad, produce costos sociales, dilata el desarrollo, disminuye la productividad, aumenta los costos de transacción en una economía que -ante el imperativo de la competitividad- necesita disminuirlos.
Para extraer rentas, los "jugadores dominantes" han erigido altas barreras de entrada a nuevos jugadores, creando así cuellos de botella que inhiben la innovación y, por ende, el aumento de la productividad.
Estos cuellos de boetella inhiben el crecimiento de México en un mundo cada vez más globalizado y competitivo, y son una razón clave detrás de la persistente desigualdad social, como lo sugiere el reporte dle Banco Mundial sobre México titulado: "Más allá de la polarización social y la captura del Estado".
La concentración de la riqueza y del poder económico entre esos "jugadores dominantes" con frecuencia se traduce en ventajas injustas, captura regulatoria y políticas públicas que favorecen intereses particulares.
Peor aún, convierte a representantes del interés público -muchos de los diputados y senadores sentados aquí- en empleados de los intereses atrincherados. Convierte al gobierno en empleado de las personas más poderosas del país.
Y lleva a las siguientes preguntas: ¿Quién gobierna en México? ¿El Senado o Ricardo Salinas Pliego cuando logra controlar los vericuetos del proceso legislativo? ¿La Secretaría de Comunicaciones y Transportes o Unefon? ¿La Comisión Nacional Bancaria o los bancos que se rehúsan a cumplir con las obligaciones de transparencia que la ley les exige? ¿ La Secretaría de Eduación Pública o Elba Esther Gordillo? ¿La Comisión Federal de Competencia o Carlos Slim? ¿Pemex o Carlos Romero Deschamps? ¿Ustedes o una serie de intereses que no logran contener?
Porque ante los vacíos de autoridad, la captura regulatoria y las decisiones de política pública que favorecen a una minoría, la respuesta parece obvia.
México hoy padece lo que algunos llaman "Estados dentro del Estado", o lo que otros denominan "una economía sin un gobierno capaz de regularla de manera eficaz". Eso -y no la caída de la producción petrolera- es lo que condena a mëxico al subdesempeño crónico.
Una y otra vez, el debate sobre cómo promover el crecimiento, cómo fomentar la inversión y cómo generar el empleo se encuentra fuera de foco.
El gobierno cree que para lograr estos objetivos, basta con tenderle la mano al sector privado para que invierta bajo cualquier condición. Y el sector privado, por su parte, piensa que la panacea es que se le permita participar en el sector petrolero, por dar un ejemplo.
Pero ésa es sólo una solución parcial a un problema más profundo. El meollo detrás de la mediocridad de México se encuentra en su estructura económica y en las reglas del juego que la apuntalan.
Una estructura demasiado top heavy o pesada en la punta de la pirámide; una estructura oligopolizada donde unos cuantos se dedican a la extracción de rentas; una estructura de complicidades y colusiones que el gobierno permite y de la cual también se beneficia.
Claro, muchos de los miembros del gobierno de Felipe Calderón, y muchos de los presentes en este foro, hablarán de crecimiento como una prioridad central.
Pero más bien lo perciben como una variable residual. Más bien parecería que buscan -y duele como ciudadana reconocerlo- asegurar un grado mínimo de avance para mantener la paz social, pero sin alterar la correlación de fuerzas existente. Sin cambiarl la estructura económica de una manera fundamental.
Y el problema surge cuando ese modelo comienza a generar monstruos; cuando ese apoyo gubernamental a ciertas produce monopolios, duopolios y oligopolios que ya no pueden ser controlados; cuando las "criaturas del Estado" -como las llamal Moisés Naim- amenazan con devorarlo.
Sólo así se entiende la devolución gubernamental de 550 millones de dólares a Ricardo Salinas Pliego, por interses supuestamente mal cobrados, un día antes del fin del sexenio de Vicente Fox.
Sólo así se entiende el comunicado lamentable de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes hace un año celebrando la alianza entre Telemundo y Televisa, cuando en realidad revela una claudicación gubernamental ante la posibilidad de una tercera cadena.
Sólo así se comprende que nadie levante und edo para sancionar a TV Azteca cuando viola la ley al rehusarse a transmitir los spots del IFE o se apropia del Cerro dle Chiquihuite.
Sólo así se entiende la aprobación de la llamada "Ley Televisa" por la Cámara de Diputados y la de Senadores en 2006.
Sólo así se entiende la posposición ad infinitum en el Senado de una nueva ley de medios para promover la competencia en el sector.
Sólo así se comprende que la reforma de Pemex deje sin tocar el asunto del sindicato.
Sólo así se entiende la posibilidad de dar entrada a Carlos Slim a la televisión sin obligarlo a cumplir con las condiciones de su concesión original.
Síntomas de un gobierno ineficaz. Señales de un gobierno doblegado. Muestras de un gobierno coludido.
Con efectos cada vez más onerosos y cada vez más obvios que la crisis pone en evidencia, porque no logramos reformarnos a tiempo.
Mucha riqueza, pocos beneficiarios. Crecimiento estancado, país aletargado. Intereses atrincherados, reformas diluidas. Poca competencia, baja competitividad. Poder concentrado, democracia puesta en jaque. Un gobierno que en lugar de domesticar a las critaturas que ha concebido, ahora vive aterrorizado por ellas.
¿Cuáles son las consecuencias del mal capitalismo mexicano? Donde las élites tradicionales son fuertes, la gobernabilidad democrática es poco eficaz, los partidos políticos tienden a ser minimalistas.
En México, el incrementalismo de la política pública puede ser atribuido a élites tradicionales que usan su poder para bloquear reformas que afectan sus intereses, o asegurar iniciativas que protejan su situación privilegiada.
Si ustedes verdaderamente quieren que México crezca, tendrán que crear la capacidad de regular y reformar en nombre del interés público.
Tendrán que mandar señales inequívocas de cómo van a desactivar esos "centros de veto" que están bloqueando el crecimiento económico y la consolidación democrática: Los monopolistas abusivos, los sindicatos rapaces, las televisoras chantajistas, los empresarios privilegiados y sus aliados en el gobierno.
Si ustedes verdaderamente quieren que México prospere, tendrán que tomar decisiones que desaten el dinamismo económico, que fortalezcan la capacidad regulatoria del Estado y contribuyan a construir mercados, que promuevan la competencia y, gracias a ello, aumenten la competitividad.
En pocas palabras, usar la capacidad del Estado para contener a aquellos con más poder en el gobierno, con más peso que el electorado, con más intereses que el interés público.
¿Qué hacer? Los conmino a leer textos tan influyentes como "The Growth Report" y "The Power of Productivity".
A estar conscientes de lo que todo país interesado en crecer y competir debe hacer para lograrlo.
A saber que ello requiere una economía capaz de producir bienes y servicio de tal manera que los trabajaodres puedan ganar más y más.
A entender que ello se basa en la expansión ráída del conocimiento y la innovación; en nuevas formas de hacer las cosas y mejorarlas; en técnicas que aumentan la productividad de manera constante.
A reconocer que las economías dinámicas suelen ser aquellas capaces de promover la competencia y reducir las barreras de entrada a nuevos jugadores en el mercado.
A entender que esa tarea del gobierno -a través de lar egulación adecuada- crear un entorno en el cual las empresas se vean presionadas por sus competidores para innovar y reducir precios, y pasar esos beneficios a los consumidores.
A comprender que si eso no ocurre, nadie tiene incentivos para innovar. En lugar de ser motores de crecimiento, las empresas protegidas y/o monopólicas terminan estrangulándolo.
En pocas palabras, la competitividad -factor indispensable para atraer la inversión y con ella remontar la crisis, como sugería Sanguinetti- Está vinculada a la competencia.
El crecimiento económico está ligado a la competencia. La innovación y, por ende, el dinamismo y la creacion de empleos se desperenden de la competencia.
La inversión que se canaliza hacia nuevos mercados y nuevas oportunidades es producto de la cometencia. No es una condición suficiente pero sí es una condición necesaria. No bastará por sí misma para desatar el crecimiento, pero sin ella jamás ocurrirá, por más dinero público que se inyecte a la economía mediante políticas contracíclicas.
Y, ¿cómo empezar a empujar eso? Con una tercera cadena de televisión; con el fomento de la competencia en banda ancha a través de la red de la Comisión Federal de Electricidad; con el fortalecimiento de los órganos regulatorios, con la sanción a quienes violen los términos de su concesión; con la reación de mercados funcionales, como ya se logró con las aerolíneas de bajo costo; con medidas que se empiecen a desmantelar cuellos de botella y a domesticar a esas "criaturas del Estado".
Tiene que ver con la inauguración de un nuevo tipo de relación entre el Estado, el mercado y la sociedad.
Porque si la clase política de este país no logra construir los cimientos del capitalismo democrático, condenará a México al subdesempeño crónico. Lo condenará a seguir siendo un terreno fértil para los movimientos populares contra las instituciones; un país que cojea permanentemente debido a las instituciones políticas que no logra remodelar; los monopolios públicos y privados que no logra desmantelar; las estructuras corporativas que no logra democratizar.
Será lo que Felipe Calderón llama "un país de ganadores" donde siempre ganan los mismos.
Un lugar donde muchas de las grandes fortunas empresariales se construyen a partir de la protección política, y no de la innovación empresarial.
Un lugar donde el crecimiento de los últimso años ha sido menor que en el resto de América Latina debido a los cuellos de botella que los oligopolios han diseñado, y que sus amigos en el gobierno les ayudan a defender.
Un lugar donde las penurias que Madame Calderón de la Barca enfrentó con los aeropuertos, los maleteros, los taxis, las gasolineras, la telefonía y la televisión son las mismas que padecen millones de mexicanos más.
Ese consumidor sin voz, sin alternativa, sin protección. Ese hombre invisible. Esa mujer sin rostro.
Esa persona que paga -mes tras mes- tarifas telefónicas más altas que en casi cualquier parte del mundo.
Esa compañía que paga -mes con mes- servicios de telecomunicaciones que elevan sus gastos de operación y reducen sus ganancias.
Miles de personas con comisiones por servicios financieros que no logran entender, con cobros inusitados que nadie puede explicar, parados en la cola de los bancos. Allí varados. Allí desprotegidos. Allí sin opciones. Allí afuera.
Víctimas de un sistema económico disfuncional, institucuionalizado por una clase política que aplaude la aprobación de reformas que no atacan el corazón del problema.
Presidentes, secretarios de Estado, diputados, senadores y empresarios que celebran el consenso para no cambiar.
Aunque se agradece que este foro finalmente acepte la magnitud de la crisis, si de aquí no surgen medidas concretas para mirar más allá de la coyuntura, revelará nuevamente nuestra incapacidad para encarar honestamente los problemas que México viene arrastrando desde hace décadas.
Revelará la propensión de los sentados aquí a proponer reformas aisladas, a anunciar medidas cortoplacistas, a eludir las distorsiones del sistema económico, a instrumentar políticas públicas a pedacitos, para llegar a acuerdos que sólo perpetuan el statu quo.
Mientras tanto, la realidad acecha a golpes de 327 mil despedicos, crecimiento negativo, el lugar 60 de 134 en el ïndice Global de Competitivdad y una nación que dice reformarse mientras evita hacerlo.
México no crece por la forma en la cual se usa y se ejerce y se comparte el poder. Ni más ni menos.
Por las reglas discrecionales y politizadas que rigen a la república mafiosa, a la economía "de cuates".
Por la superviviencia de las estructuras corporativas que el gobierno creó y sigue financiando.
Por un modelo económico que canaliza las rentas del petróleo a demasiadas clientelas.
Por un sistema político que funciona muy bien para sus partidos pero muy mal para sus ciudadanos. Un sistema de W"extracción sin representación".
Creando así un país poblado por personas obligadas a diluir la esperanza; a encoger las expectativas; a cruzar la frontera al paso de 400 mil personas al año en busca de la movilidad social que no encuentran aquí; a vivir con la palma extendida esperando la próximoa dádiva del próximo político; a marchar en las calles porque piensan que nadie en el gobierno los escucha; a desconfiar de las instituciones; a presenciar la muerte común de los sueños porque México no avanza a la velocidad que podría y debería.
México es un país privilegiado.
Tiene una ubicación geográfica extraordinaria y cuenta con grandes riquezas naturales. Está poblado por millones de personas talentosas y trabajadoras.
Pero a pesar de ello, la pregunta perenne sigue siendo: ¿por qué no crece a la velocidad que podría y debería? ¿Por qué seguimos discutiendo este tema año tras año, foro tras foro?
Aventuro algunas respuestas, y les pediría que me acompañaran en un ejercicio intelectual, recordando aquel famoso libro de Madame Calderón de la Barca llamado "La vida en México", escrito en el siglo XVII, en el cual intenta describir las principales características del país.
Si Madame Calderón de la Barca escribiera su famoso libro hoy, tendría que cambiarle el título a "Oligopolilandia". Porque desde el primer momento en el que pisara el país, se enfrentaría a los síntomas de una economía política dusfuncional, con problemas que la crisis tan solo agrava.
Aterrizaría en uno de los aeropuertos más caros del mundo; se vería asediada por maleteros que controlan el servicio; tomaría un taxi de una compañía que se ha autodecretado un aumento de 30 por ciento en las tarifas, y si tuviera que cargar gasolina, lo haría sólo en Pemex.
En el hotel habría 75 por ciento de probabilidades de que consumiera una tortilla vendida por un solo distribuidor, y si se enfermara del estómago y necesitara ir a una farmacia, descubriría que las medicinas allí cuestan más que en otros lugares que ha visitado.
Si le hablara de larga distancia a su esposo para quejarse de esta situación, pagaría una de las tarifas más elevadas de la OCDE. Y si prendiera la televisión para distraerse ante el mal rato, descubriría que sólo existen dos cadenas.
Para entender la situación en la que se encuentra, tendría que recordar lo que dijo Guillermo Ortiz hace unos días: no hemos creado las condiciones para que los recursos se usen de manera eficiente; o tendría que ller el libro "Good Capitalism/Bad Capitalism", que explica por qué algunos países prosperan y otros se estancan; por qué algunos países promueven la equidad y otros no logran asegurarla.
La respuesta se encuentra en la mezcla correcta de Estado y mercado, de regulación e innovación. La clave del éxito -o el fracaso- se halla en el modelo económico: en la decisión de promover el capitalismo de Estado o el capitalismo oligárquico o el capitalismo de las grandes empresas o el capitalismo democrático.
Hoy México es un ejemplo clásico de lo que el Nobel de Economía Joseph Stiglitz denomina crony capitalism: el capitalismo de cuates, el capitalismo de cómplices, el capitalismo que no se basa en la competencia sino en su obstaculización.
Ese andamiaje de privilegios y "posiciones dominantes" y nudos sindicales en sectores cruciales -telecomunicaciones, servicios financieros, transporte, energía- que aprisiona a la economía y la vuelve ineficiente. Una mezcla de capitalismo de Estado y capitalismo oligárquico.
Hoy, México -inmerso en la crisis- está aún lejos de acceder al capitalismo dinámico donde el Estado no protege privilegios, defiende cotos, elige ganadores y permite la perpetuación de un pequeño grupo de oligarcas con el poder para vetar reformas que los perjudican.
Al capitalismo en el cual las autoridades crean condiciones para los mercados abiertos, competitivos, innovadores, que proveen mejores productos a precios más baratos para los consumidores. Para los ciudadanos.
Hoy, México carga con los resultados de esfuerzos fallidos por modernizar su economía durante los últimos 20 años.
Las reformas de los 80 y 90 entrañaron la privatización, la liberalización comercial.
Pero esas reformas no produjeron una economía de mercado dinámica debido a la ausencia de una regulación gubernamental eficaz, capaz de crear mercados funcionales, competitivos.
En vez de transparencia y reglas claras, prevaleción la discrecionalidad entre los empresarios que se beneficiaron de las privatizaciones y los funcionarios del gobierno encargados de regularlos.
Las declaraciones de Agustín Carstens el martes pasado, en torno a la necesidad de combatir los monopolios en telefonía, son bienvenidas. Lamentablemente, se dan 18 años tarde. Y allí están los resultados de reformas quizás bien intencionadas, pero mal instrumentadas: una economía que no crece lo suficiente, una élite empresarial que no compite lo suficiente, un modelo económico que concentra la riqueza y distribuye mal la que hay.
Hoy, México está atrapado por una red intrincada de privilegios y vetos empresariales y posiciones dominantes en el mercado que inhiben un terreno nivelado de juego.
Una red descrita en el famoso artículo de la economista Anne Kruege: "The Political Economy of the Rent-Seeking Society" ("La Economía Política de la Sociedad Rentista").
Una red que opera a base de favores, concesiones y protección regulatoria que el gobierno ofrece y miembros de la cúpula empresarial exigen como condición para invertir.
¿Quién? Alguien como el dueño de una distribuidora de maíz o el concesionario de una carrera privada o el comprador de un banco rescatado con el Fobaproa o el principal accionista de Telmex o el operador de una Afore.
Estos actores capturan rentas a través de la explotación o manipulación del entorno económico en lugar de generar ganancias legítimas a través de la innovación o la creación de riqueza.
Y los consumidores de México contribuyen a la fortuna de los rentistas cada vez que pagan la cuenta telefónica. La conexión a Internet. La cuota en la carretera. La tortilla con un precio fijo. La comisión de las Afores. La comisión por la tarjeta de crétido. Ejemplo tras ejemplo de rentas extraídas através de la manipulación de mercado.
Y el rentismo acentúa la desigualdad, produce costos sociales, dilata el desarrollo, disminuye la productividad, aumenta los costos de transacción en una economía que -ante el imperativo de la competitividad- necesita disminuirlos.
Para extraer rentas, los "jugadores dominantes" han erigido altas barreras de entrada a nuevos jugadores, creando así cuellos de botella que inhiben la innovación y, por ende, el aumento de la productividad.
Estos cuellos de boetella inhiben el crecimiento de México en un mundo cada vez más globalizado y competitivo, y son una razón clave detrás de la persistente desigualdad social, como lo sugiere el reporte dle Banco Mundial sobre México titulado: "Más allá de la polarización social y la captura del Estado".
La concentración de la riqueza y del poder económico entre esos "jugadores dominantes" con frecuencia se traduce en ventajas injustas, captura regulatoria y políticas públicas que favorecen intereses particulares.
Peor aún, convierte a representantes del interés público -muchos de los diputados y senadores sentados aquí- en empleados de los intereses atrincherados. Convierte al gobierno en empleado de las personas más poderosas del país.
Y lleva a las siguientes preguntas: ¿Quién gobierna en México? ¿El Senado o Ricardo Salinas Pliego cuando logra controlar los vericuetos del proceso legislativo? ¿La Secretaría de Comunicaciones y Transportes o Unefon? ¿La Comisión Nacional Bancaria o los bancos que se rehúsan a cumplir con las obligaciones de transparencia que la ley les exige? ¿ La Secretaría de Eduación Pública o Elba Esther Gordillo? ¿La Comisión Federal de Competencia o Carlos Slim? ¿Pemex o Carlos Romero Deschamps? ¿Ustedes o una serie de intereses que no logran contener?
Porque ante los vacíos de autoridad, la captura regulatoria y las decisiones de política pública que favorecen a una minoría, la respuesta parece obvia.
México hoy padece lo que algunos llaman "Estados dentro del Estado", o lo que otros denominan "una economía sin un gobierno capaz de regularla de manera eficaz". Eso -y no la caída de la producción petrolera- es lo que condena a mëxico al subdesempeño crónico.
Una y otra vez, el debate sobre cómo promover el crecimiento, cómo fomentar la inversión y cómo generar el empleo se encuentra fuera de foco.
El gobierno cree que para lograr estos objetivos, basta con tenderle la mano al sector privado para que invierta bajo cualquier condición. Y el sector privado, por su parte, piensa que la panacea es que se le permita participar en el sector petrolero, por dar un ejemplo.
Pero ésa es sólo una solución parcial a un problema más profundo. El meollo detrás de la mediocridad de México se encuentra en su estructura económica y en las reglas del juego que la apuntalan.
Una estructura demasiado top heavy o pesada en la punta de la pirámide; una estructura oligopolizada donde unos cuantos se dedican a la extracción de rentas; una estructura de complicidades y colusiones que el gobierno permite y de la cual también se beneficia.
Claro, muchos de los miembros del gobierno de Felipe Calderón, y muchos de los presentes en este foro, hablarán de crecimiento como una prioridad central.
Pero más bien lo perciben como una variable residual. Más bien parecería que buscan -y duele como ciudadana reconocerlo- asegurar un grado mínimo de avance para mantener la paz social, pero sin alterar la correlación de fuerzas existente. Sin cambiarl la estructura económica de una manera fundamental.
Y el problema surge cuando ese modelo comienza a generar monstruos; cuando ese apoyo gubernamental a ciertas produce monopolios, duopolios y oligopolios que ya no pueden ser controlados; cuando las "criaturas del Estado" -como las llamal Moisés Naim- amenazan con devorarlo.
Sólo así se entiende la devolución gubernamental de 550 millones de dólares a Ricardo Salinas Pliego, por interses supuestamente mal cobrados, un día antes del fin del sexenio de Vicente Fox.
Sólo así se entiende el comunicado lamentable de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes hace un año celebrando la alianza entre Telemundo y Televisa, cuando en realidad revela una claudicación gubernamental ante la posibilidad de una tercera cadena.
Sólo así se comprende que nadie levante und edo para sancionar a TV Azteca cuando viola la ley al rehusarse a transmitir los spots del IFE o se apropia del Cerro dle Chiquihuite.
Sólo así se entiende la aprobación de la llamada "Ley Televisa" por la Cámara de Diputados y la de Senadores en 2006.
Sólo así se entiende la posposición ad infinitum en el Senado de una nueva ley de medios para promover la competencia en el sector.
Sólo así se comprende que la reforma de Pemex deje sin tocar el asunto del sindicato.
Sólo así se entiende la posibilidad de dar entrada a Carlos Slim a la televisión sin obligarlo a cumplir con las condiciones de su concesión original.
Síntomas de un gobierno ineficaz. Señales de un gobierno doblegado. Muestras de un gobierno coludido.
Con efectos cada vez más onerosos y cada vez más obvios que la crisis pone en evidencia, porque no logramos reformarnos a tiempo.
Mucha riqueza, pocos beneficiarios. Crecimiento estancado, país aletargado. Intereses atrincherados, reformas diluidas. Poca competencia, baja competitividad. Poder concentrado, democracia puesta en jaque. Un gobierno que en lugar de domesticar a las critaturas que ha concebido, ahora vive aterrorizado por ellas.
¿Cuáles son las consecuencias del mal capitalismo mexicano? Donde las élites tradicionales son fuertes, la gobernabilidad democrática es poco eficaz, los partidos políticos tienden a ser minimalistas.
En México, el incrementalismo de la política pública puede ser atribuido a élites tradicionales que usan su poder para bloquear reformas que afectan sus intereses, o asegurar iniciativas que protejan su situación privilegiada.
Si ustedes verdaderamente quieren que México crezca, tendrán que crear la capacidad de regular y reformar en nombre del interés público.
Tendrán que mandar señales inequívocas de cómo van a desactivar esos "centros de veto" que están bloqueando el crecimiento económico y la consolidación democrática: Los monopolistas abusivos, los sindicatos rapaces, las televisoras chantajistas, los empresarios privilegiados y sus aliados en el gobierno.
Si ustedes verdaderamente quieren que México prospere, tendrán que tomar decisiones que desaten el dinamismo económico, que fortalezcan la capacidad regulatoria del Estado y contribuyan a construir mercados, que promuevan la competencia y, gracias a ello, aumenten la competitividad.
En pocas palabras, usar la capacidad del Estado para contener a aquellos con más poder en el gobierno, con más peso que el electorado, con más intereses que el interés público.
¿Qué hacer? Los conmino a leer textos tan influyentes como "The Growth Report" y "The Power of Productivity".
A estar conscientes de lo que todo país interesado en crecer y competir debe hacer para lograrlo.
A saber que ello requiere una economía capaz de producir bienes y servicio de tal manera que los trabajaodres puedan ganar más y más.
A entender que ello se basa en la expansión ráída del conocimiento y la innovación; en nuevas formas de hacer las cosas y mejorarlas; en técnicas que aumentan la productividad de manera constante.
A reconocer que las economías dinámicas suelen ser aquellas capaces de promover la competencia y reducir las barreras de entrada a nuevos jugadores en el mercado.
A entender que esa tarea del gobierno -a través de lar egulación adecuada- crear un entorno en el cual las empresas se vean presionadas por sus competidores para innovar y reducir precios, y pasar esos beneficios a los consumidores.
A comprender que si eso no ocurre, nadie tiene incentivos para innovar. En lugar de ser motores de crecimiento, las empresas protegidas y/o monopólicas terminan estrangulándolo.
En pocas palabras, la competitividad -factor indispensable para atraer la inversión y con ella remontar la crisis, como sugería Sanguinetti- Está vinculada a la competencia.
El crecimiento económico está ligado a la competencia. La innovación y, por ende, el dinamismo y la creacion de empleos se desperenden de la competencia.
La inversión que se canaliza hacia nuevos mercados y nuevas oportunidades es producto de la cometencia. No es una condición suficiente pero sí es una condición necesaria. No bastará por sí misma para desatar el crecimiento, pero sin ella jamás ocurrirá, por más dinero público que se inyecte a la economía mediante políticas contracíclicas.
Y, ¿cómo empezar a empujar eso? Con una tercera cadena de televisión; con el fomento de la competencia en banda ancha a través de la red de la Comisión Federal de Electricidad; con el fortalecimiento de los órganos regulatorios, con la sanción a quienes violen los términos de su concesión; con la reación de mercados funcionales, como ya se logró con las aerolíneas de bajo costo; con medidas que se empiecen a desmantelar cuellos de botella y a domesticar a esas "criaturas del Estado".
Tiene que ver con la inauguración de un nuevo tipo de relación entre el Estado, el mercado y la sociedad.
Porque si la clase política de este país no logra construir los cimientos del capitalismo democrático, condenará a México al subdesempeño crónico. Lo condenará a seguir siendo un terreno fértil para los movimientos populares contra las instituciones; un país que cojea permanentemente debido a las instituciones políticas que no logra remodelar; los monopolios públicos y privados que no logra desmantelar; las estructuras corporativas que no logra democratizar.
Será lo que Felipe Calderón llama "un país de ganadores" donde siempre ganan los mismos.
Un lugar donde muchas de las grandes fortunas empresariales se construyen a partir de la protección política, y no de la innovación empresarial.
Un lugar donde el crecimiento de los últimso años ha sido menor que en el resto de América Latina debido a los cuellos de botella que los oligopolios han diseñado, y que sus amigos en el gobierno les ayudan a defender.
Un lugar donde las penurias que Madame Calderón de la Barca enfrentó con los aeropuertos, los maleteros, los taxis, las gasolineras, la telefonía y la televisión son las mismas que padecen millones de mexicanos más.
Ese consumidor sin voz, sin alternativa, sin protección. Ese hombre invisible. Esa mujer sin rostro.
Esa persona que paga -mes tras mes- tarifas telefónicas más altas que en casi cualquier parte del mundo.
Esa compañía que paga -mes con mes- servicios de telecomunicaciones que elevan sus gastos de operación y reducen sus ganancias.
Miles de personas con comisiones por servicios financieros que no logran entender, con cobros inusitados que nadie puede explicar, parados en la cola de los bancos. Allí varados. Allí desprotegidos. Allí sin opciones. Allí afuera.
Víctimas de un sistema económico disfuncional, institucuionalizado por una clase política que aplaude la aprobación de reformas que no atacan el corazón del problema.
Presidentes, secretarios de Estado, diputados, senadores y empresarios que celebran el consenso para no cambiar.
Aunque se agradece que este foro finalmente acepte la magnitud de la crisis, si de aquí no surgen medidas concretas para mirar más allá de la coyuntura, revelará nuevamente nuestra incapacidad para encarar honestamente los problemas que México viene arrastrando desde hace décadas.
Revelará la propensión de los sentados aquí a proponer reformas aisladas, a anunciar medidas cortoplacistas, a eludir las distorsiones del sistema económico, a instrumentar políticas públicas a pedacitos, para llegar a acuerdos que sólo perpetuan el statu quo.
Mientras tanto, la realidad acecha a golpes de 327 mil despedicos, crecimiento negativo, el lugar 60 de 134 en el ïndice Global de Competitivdad y una nación que dice reformarse mientras evita hacerlo.
México no crece por la forma en la cual se usa y se ejerce y se comparte el poder. Ni más ni menos.
Por las reglas discrecionales y politizadas que rigen a la república mafiosa, a la economía "de cuates".
Por la superviviencia de las estructuras corporativas que el gobierno creó y sigue financiando.
Por un modelo económico que canaliza las rentas del petróleo a demasiadas clientelas.
Por un sistema político que funciona muy bien para sus partidos pero muy mal para sus ciudadanos. Un sistema de W"extracción sin representación".
Creando así un país poblado por personas obligadas a diluir la esperanza; a encoger las expectativas; a cruzar la frontera al paso de 400 mil personas al año en busca de la movilidad social que no encuentran aquí; a vivir con la palma extendida esperando la próximoa dádiva del próximo político; a marchar en las calles porque piensan que nadie en el gobierno los escucha; a desconfiar de las instituciones; a presenciar la muerte común de los sueños porque México no avanza a la velocidad que podría y debería.
martes, 15 de septiembre de 2009
Sinaloa: Juegos de poder
Ernesto Hernández Norzagaray
Existe plena coincidencia entre algunos que estudian a los gobernadores mexicanos (Rogelio Hernández, 2008, 2006, 2004; Magali Modoux, 2008) y diversos analistas políticos, en que desde la alternancia en la Presidencia de la República, el poder político en los estados gobernados por el PRI se ha trasladado a gran velocidad desde Los Pinos hasta las casas de gobierno locales, donde sus ejecutivos, con poca o sin ninguna mediación, son los que tienen bajo control al partido. Esto se ha venido cumpliendo con religiosa puntualidad en prácticamente todos ellos, y en forma más evidente, en los quince estados donde no ha existido alternancia de gobernador, como es el caso de Sinaloa, donde aquellos tienen un plus frente a los estados donde el PRI ha sido derrotado.
No obstante, la experiencia reciente de Sinaloa nos lleva a matizar ese axioma político, cuando tenemos un ex gobernador que en su momento fue capaz de designar como candidato a su sucesor y contribuyó para que resultara triunfador en una contienda muy competida donde fue necesaria la intervención de la Sala Superior el TEPJF, quien resolvió el litigio en la víspera de la toma de posesión en el cargo.
Sin embargo, no fue gratuito, Millán Lizárraga ratificó en puestos claves a algunos de sus principales secretarios de gobierno y a otros los promovió a mejores posiciones dentro del gabinete de Aguilar Padilla; además en las siguientes elecciones, existe al menos la percepción de que ha mantenido su activismo apoyando candidaturas para cargos del partido y de elección popular.
En definitiva, estamos ante el líder de un grupo de poder local en el PRI que mantiene sus redes y tiene, está visto, el poder necesario para promover candidato al gobierno del estado.
Millán y Malova
En efecto, en esta línea de comportamiento, Juan Millán acompaño y apoyó al senador Mario López Valdés al destape que hicieron empresarios de Los Mochis como su candidato a la gubernatura. Esto para muchos priistas y analistas políticos rompió una regla no escrita de la pos-alternancia pues no sólo no deja la iniciativa a Jesús Aguilar, para que con toda libertad proponga en los tiempos y los canales institucionales a su candidato, sino adelanta el calendario sucesorio en el partido, lo que inmediatamente ha sido visto como que el PRI tiene ya dos candidatos, aunque algunos ya empiezan a ver en los intersticios a un tercero con fuerza en el ánimo del gobernador, se trataría de Javier Luna Beltrán, líder de la fracción del PRI en el Congreso del Estado, quien ha sido en el primer círculo quizá el más leal de los aguilaristas.
Millán Lizárraga en la presentación de Mario Valdés como precandidato del PRI al gobierno del Estado, afirmó ante los medios que la postulación a cargo de un grupo de empresarios era una “decisión histórica”, sin embargo, en un presente todavía con un tufo corporativo, no deja de ser un anécdota más de adelantamiento, acomodo y futurismo político; en cambo, lo que sí podría ser un hito histórico es que un ex gobernador no solo no se sujete a las nuevas reglas sino, obrando en consecuencia, tenga candidato al gobierno del Estado.
Justamente, ahí radica lo singular de este momento político pues a primera vista se confirma lo que era un secreto a voces, que el gobernador y el ex gobernador, no tenían ni tienen al mismo candidato para la Casa de Gobierno, lo que podría llevar a repetir la experiencia de 1998 cuando el ex gobernador Francisco Labastida, y en ese momento Secretario de Gobernación, habría pactado con el gobernador en funciones Renato Vega Alvarado, para que el sucesor fuera Lauro Díaz Castro y no Juan Millán, quien en ese momento tenía el apoyo de buena parte de la estructura del PRI y estaba decidido a ser candidato en el PRI o bajo la bandera del PRD o una coalición de siglas.
Es decir, el candidato o los candidatos posibles del gobernador no van como ocurre en otros estados por una carretera despejada, sino el definitivo debe enfrentar la oposición interna y como sucede en toda competencia, puede llegar a no ser quien abandere a su partido e incluso, si el desgaste es mucho, pone en riesgo un triunfo en la elección constitucional. Ahora bien, independientemente del resultado, una cosa es clara, Juan Millán, por este acto preelectoral ya ganó en iniciativa y puso en movimiento a Jesús Aguilar y al PRI, como lo vimos en su desplazamiento hacia Los Mochis de hace unos días, donde según ha trascendido, se pactó entre Jesús Vizcarra y Mario López una tregua y un mensaje de unidad en el PRI.
Federal y local
¿Pero qué significado tendría un adelanto de este tipo o lo que podría ser una ruptura pactada entre ambos políticos, cuando los gobernadores priistas están jugando un rol protagónico en las definiciones sucesorias del 2012? Raymundo Rivapalacio y Francisco Garfias, dos periodistas muy informados de lo que sucede en los partidos, analizaban el domingo pasado en Canal 40 el papel estratégicos que tuvieron los gobernadores del PRI en las elecciones del pasado julio, identificaban además a tres de ellos como los más influyentes del país: el presidenciable Enrique Peña Nieto del Estado de México, Fidel Herrera de Veracruz y Ulises Ruiz de Oaxaca, a los que les asignaban a cada uno cuotas de diputados que estaban adscritos a las corrientes que ellos representan. El de Sinaloa, como el de otros estados, no pinta entre los más influyentes, aunque es posible que haya conexiones transversales en el PRI y es probable que los nuevos diputados sinaloenses no se encuentren todos en el mismo ánimo de las corrientes del PRI.
Bien, pero yendo a la pregunta de fondo, un adelanto en política se explica como que el principio del viejo presidencialismo, de que “el que se mueva no sale en la foto”, no ha sido reestablecido en los estados gobernados por el PRI. El gobernador de hoy es fuerte pero tanto como lo fue el Presidente imperial –como lo calificó alguna vez Enrique Krauze-, luego entonces, tenemos que si bien la disciplina priista existe en la mayoría de los estados, hay margen para la disidencia interna. Como ocurre en Sinaloa y donde, insisto, tenemos un ex gobernador que ha trabajado en la tarea de conservar espacios de poder y con base en esa fuerza propone candidato a la gubernatura del estado.
Ahora bien, en el fondo, que haya dos o hasta tres precandidatos fuertes en el PRI tampoco esta mal, le permite a este partido tomar la delantera en la carrera de 2010. Sea Mario López o Jesús Vizcarra, va adelante la marca del PRI, y como me lo decía un priista, al final, el mejor posicionado podría ser el que enarbole la bandera de su partido.
En el PRI, no se olvide, la lucha interna siempre es fuerte pero al final tienen una gran capacidad de construir acuerdos sobre la base del reparto de cuotas de poder. Que es el tema de fondo. Entonces, lo que tenemos es que ambos políticos priistas desean garantizar la continuidad de su partido en el Estado y de esta forma contribuir a su victoria en el 2012, fortaleciendo sus propias carreras y apoyando sus alianzas políticas en el territorio nacional. Eso lo saben y lo intuyen todos.
Aguilar Padilla con la fuerza que le da un carro completo en la pasada elección de diputados. Millán Lizárraga con sus propios aliados. López Valdés con su trabajo político en el estado y la labor, no siempre la más acertada, en el Senado de la República. Luna Beltrán siguiendo lealmente las directrices legislativas del gobernador; y quizá en ese contexto el más local, y por lo tanto, el más acotado de todos, sería Vizcarra Calderón que sabe que Culiacán es inseguro y tiene mala prensa local y nacional.
En ese sentido, no hay que perder de vista el comportamiento de estos actores en el ámbito federal y el local, quien tenga sólo esta última, seguramente no aparecerá en la papeleta electoral.
La oposición
Finalmente, en esta pauta de adelanto político, ocurre lo que siempre sucede en los sistemas bipartidistas consistentes. Por un lado la oposición panista ha sido cautelosa y ha evitado pronunciamientos que la distraigan de ordenar la casa después del vendaval que sufrió el 5 de julio, habrá tiempo para hacerlo cuando el PRI tenga candidato a la gubernatura del estado; en cambio, donde ya vemos posicionamientos es entre los partidos de la llamada “chiquillada”, donde hacen cuentas de minoría de cómo les podría ir en un escenario donde domina el principio de “agua revuelta, ganancia de pescadores”.
El PRD se encuentra dividido en tres opiniones que dominan su imaginario: el apoyar a Mario López, llevar una candidatura común con el PAN y quienes desean que el candidato sea un militante perredista. Sin embargo, este partido ha caído hasta el quinto lugar electoral, lo que reduce su capacidad de alianza en esta elección. Su expectativa de agregación de votos es relativamente pequeña, y por ende, puede resultar poco atractiva una alianza con el sol azteca que irremediablemente llevaría consigo mucho de su ruido interno.
Si este partido se decanta por apoyar el candidato del PAN no solo generaría una ruptura interna entre quienes le apuestan a que sea con el PRI o con candidato propio. Pero, además, el PRI tiene dos aliados naturales: Uno, el Verde, con quien teje alianzas federales y el otro, el Panal, con el que ha venido postulando candidatos comunes en varias de las elecciones estatales, y en escenarios de mucha competencia podrían hacer las diferencia entre ganadores y perdedores.
En suma, el destape de Malova corresponde a una nueva sorpresa de los procesos de cambio que se vienen viviendo y que muestra cierto debilitamiento de la estructura organizativa del PRI. La disciplina interna y el calendario político, que fueron un principio sagrado en el tricolor por el miedo de quedar fuera, hoy se ha transformado en un incentivo para luchar por posiciones, conservar cotos de poder y estar en la política nacional.
Y Sinaloa, por el rol de Millán Lizárraga, puede ser una caja de Pandora.
Existe plena coincidencia entre algunos que estudian a los gobernadores mexicanos (Rogelio Hernández, 2008, 2006, 2004; Magali Modoux, 2008) y diversos analistas políticos, en que desde la alternancia en la Presidencia de la República, el poder político en los estados gobernados por el PRI se ha trasladado a gran velocidad desde Los Pinos hasta las casas de gobierno locales, donde sus ejecutivos, con poca o sin ninguna mediación, son los que tienen bajo control al partido. Esto se ha venido cumpliendo con religiosa puntualidad en prácticamente todos ellos, y en forma más evidente, en los quince estados donde no ha existido alternancia de gobernador, como es el caso de Sinaloa, donde aquellos tienen un plus frente a los estados donde el PRI ha sido derrotado.
No obstante, la experiencia reciente de Sinaloa nos lleva a matizar ese axioma político, cuando tenemos un ex gobernador que en su momento fue capaz de designar como candidato a su sucesor y contribuyó para que resultara triunfador en una contienda muy competida donde fue necesaria la intervención de la Sala Superior el TEPJF, quien resolvió el litigio en la víspera de la toma de posesión en el cargo.
Sin embargo, no fue gratuito, Millán Lizárraga ratificó en puestos claves a algunos de sus principales secretarios de gobierno y a otros los promovió a mejores posiciones dentro del gabinete de Aguilar Padilla; además en las siguientes elecciones, existe al menos la percepción de que ha mantenido su activismo apoyando candidaturas para cargos del partido y de elección popular.
En definitiva, estamos ante el líder de un grupo de poder local en el PRI que mantiene sus redes y tiene, está visto, el poder necesario para promover candidato al gobierno del estado.
Millán y Malova
En efecto, en esta línea de comportamiento, Juan Millán acompaño y apoyó al senador Mario López Valdés al destape que hicieron empresarios de Los Mochis como su candidato a la gubernatura. Esto para muchos priistas y analistas políticos rompió una regla no escrita de la pos-alternancia pues no sólo no deja la iniciativa a Jesús Aguilar, para que con toda libertad proponga en los tiempos y los canales institucionales a su candidato, sino adelanta el calendario sucesorio en el partido, lo que inmediatamente ha sido visto como que el PRI tiene ya dos candidatos, aunque algunos ya empiezan a ver en los intersticios a un tercero con fuerza en el ánimo del gobernador, se trataría de Javier Luna Beltrán, líder de la fracción del PRI en el Congreso del Estado, quien ha sido en el primer círculo quizá el más leal de los aguilaristas.
Millán Lizárraga en la presentación de Mario Valdés como precandidato del PRI al gobierno del Estado, afirmó ante los medios que la postulación a cargo de un grupo de empresarios era una “decisión histórica”, sin embargo, en un presente todavía con un tufo corporativo, no deja de ser un anécdota más de adelantamiento, acomodo y futurismo político; en cambo, lo que sí podría ser un hito histórico es que un ex gobernador no solo no se sujete a las nuevas reglas sino, obrando en consecuencia, tenga candidato al gobierno del Estado.
Justamente, ahí radica lo singular de este momento político pues a primera vista se confirma lo que era un secreto a voces, que el gobernador y el ex gobernador, no tenían ni tienen al mismo candidato para la Casa de Gobierno, lo que podría llevar a repetir la experiencia de 1998 cuando el ex gobernador Francisco Labastida, y en ese momento Secretario de Gobernación, habría pactado con el gobernador en funciones Renato Vega Alvarado, para que el sucesor fuera Lauro Díaz Castro y no Juan Millán, quien en ese momento tenía el apoyo de buena parte de la estructura del PRI y estaba decidido a ser candidato en el PRI o bajo la bandera del PRD o una coalición de siglas.
Es decir, el candidato o los candidatos posibles del gobernador no van como ocurre en otros estados por una carretera despejada, sino el definitivo debe enfrentar la oposición interna y como sucede en toda competencia, puede llegar a no ser quien abandere a su partido e incluso, si el desgaste es mucho, pone en riesgo un triunfo en la elección constitucional. Ahora bien, independientemente del resultado, una cosa es clara, Juan Millán, por este acto preelectoral ya ganó en iniciativa y puso en movimiento a Jesús Aguilar y al PRI, como lo vimos en su desplazamiento hacia Los Mochis de hace unos días, donde según ha trascendido, se pactó entre Jesús Vizcarra y Mario López una tregua y un mensaje de unidad en el PRI.
Federal y local
¿Pero qué significado tendría un adelanto de este tipo o lo que podría ser una ruptura pactada entre ambos políticos, cuando los gobernadores priistas están jugando un rol protagónico en las definiciones sucesorias del 2012? Raymundo Rivapalacio y Francisco Garfias, dos periodistas muy informados de lo que sucede en los partidos, analizaban el domingo pasado en Canal 40 el papel estratégicos que tuvieron los gobernadores del PRI en las elecciones del pasado julio, identificaban además a tres de ellos como los más influyentes del país: el presidenciable Enrique Peña Nieto del Estado de México, Fidel Herrera de Veracruz y Ulises Ruiz de Oaxaca, a los que les asignaban a cada uno cuotas de diputados que estaban adscritos a las corrientes que ellos representan. El de Sinaloa, como el de otros estados, no pinta entre los más influyentes, aunque es posible que haya conexiones transversales en el PRI y es probable que los nuevos diputados sinaloenses no se encuentren todos en el mismo ánimo de las corrientes del PRI.
Bien, pero yendo a la pregunta de fondo, un adelanto en política se explica como que el principio del viejo presidencialismo, de que “el que se mueva no sale en la foto”, no ha sido reestablecido en los estados gobernados por el PRI. El gobernador de hoy es fuerte pero tanto como lo fue el Presidente imperial –como lo calificó alguna vez Enrique Krauze-, luego entonces, tenemos que si bien la disciplina priista existe en la mayoría de los estados, hay margen para la disidencia interna. Como ocurre en Sinaloa y donde, insisto, tenemos un ex gobernador que ha trabajado en la tarea de conservar espacios de poder y con base en esa fuerza propone candidato a la gubernatura del estado.
Ahora bien, en el fondo, que haya dos o hasta tres precandidatos fuertes en el PRI tampoco esta mal, le permite a este partido tomar la delantera en la carrera de 2010. Sea Mario López o Jesús Vizcarra, va adelante la marca del PRI, y como me lo decía un priista, al final, el mejor posicionado podría ser el que enarbole la bandera de su partido.
En el PRI, no se olvide, la lucha interna siempre es fuerte pero al final tienen una gran capacidad de construir acuerdos sobre la base del reparto de cuotas de poder. Que es el tema de fondo. Entonces, lo que tenemos es que ambos políticos priistas desean garantizar la continuidad de su partido en el Estado y de esta forma contribuir a su victoria en el 2012, fortaleciendo sus propias carreras y apoyando sus alianzas políticas en el territorio nacional. Eso lo saben y lo intuyen todos.
Aguilar Padilla con la fuerza que le da un carro completo en la pasada elección de diputados. Millán Lizárraga con sus propios aliados. López Valdés con su trabajo político en el estado y la labor, no siempre la más acertada, en el Senado de la República. Luna Beltrán siguiendo lealmente las directrices legislativas del gobernador; y quizá en ese contexto el más local, y por lo tanto, el más acotado de todos, sería Vizcarra Calderón que sabe que Culiacán es inseguro y tiene mala prensa local y nacional.
En ese sentido, no hay que perder de vista el comportamiento de estos actores en el ámbito federal y el local, quien tenga sólo esta última, seguramente no aparecerá en la papeleta electoral.
La oposición
Finalmente, en esta pauta de adelanto político, ocurre lo que siempre sucede en los sistemas bipartidistas consistentes. Por un lado la oposición panista ha sido cautelosa y ha evitado pronunciamientos que la distraigan de ordenar la casa después del vendaval que sufrió el 5 de julio, habrá tiempo para hacerlo cuando el PRI tenga candidato a la gubernatura del estado; en cambio, donde ya vemos posicionamientos es entre los partidos de la llamada “chiquillada”, donde hacen cuentas de minoría de cómo les podría ir en un escenario donde domina el principio de “agua revuelta, ganancia de pescadores”.
El PRD se encuentra dividido en tres opiniones que dominan su imaginario: el apoyar a Mario López, llevar una candidatura común con el PAN y quienes desean que el candidato sea un militante perredista. Sin embargo, este partido ha caído hasta el quinto lugar electoral, lo que reduce su capacidad de alianza en esta elección. Su expectativa de agregación de votos es relativamente pequeña, y por ende, puede resultar poco atractiva una alianza con el sol azteca que irremediablemente llevaría consigo mucho de su ruido interno.
Si este partido se decanta por apoyar el candidato del PAN no solo generaría una ruptura interna entre quienes le apuestan a que sea con el PRI o con candidato propio. Pero, además, el PRI tiene dos aliados naturales: Uno, el Verde, con quien teje alianzas federales y el otro, el Panal, con el que ha venido postulando candidatos comunes en varias de las elecciones estatales, y en escenarios de mucha competencia podrían hacer las diferencia entre ganadores y perdedores.
En suma, el destape de Malova corresponde a una nueva sorpresa de los procesos de cambio que se vienen viviendo y que muestra cierto debilitamiento de la estructura organizativa del PRI. La disciplina interna y el calendario político, que fueron un principio sagrado en el tricolor por el miedo de quedar fuera, hoy se ha transformado en un incentivo para luchar por posiciones, conservar cotos de poder y estar en la política nacional.
Y Sinaloa, por el rol de Millán Lizárraga, puede ser una caja de Pandora.
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